La administración de Javier Milei enfrenta una encrucijada significativa en la política educativa, particularmente con el veto planteado al financiamiento universitario que amenaza con debilitar aún más la base de apoyo de La Libertad Avanza (LLA). El desafío para Milei es trascendental, ya que la incapacidad para reunir dos tercios en ambas cámaras podría intensificar la disidencia dentro de los sectores gubernamentales y poner en riesgo el respaldo de algunos gobernadores aliados, quienes han comenzado a manifestar sus incertidumbres respecto al rumbo adoptado por el gobierno.
En este contexto, el Partido Justicialista (PJ) protagoniza su propia interna con tensiones palpables entre el sector liderado por Cristina Fernández de Kirchner y las estrategias delineadas por Ricardo Quintela. La situación se torna más compleja con la posición del PRO, que evidencia un distanciamiento estratégico mientras Mauricio Macri enfatiza en la “libertad de acción” de sus miembros, generando interrogantes sobre su postura en el Congreso. Este alejamiento se constata en declaraciones recientes de figuras clave del PRO, quienes, si bien no se oponen directamente a las decisiones del oficialismo, parecen optar por esperar y observar cómo evoluciona el escenario político, lo que podría cambiar el equilibrio de poder.
La tensión en el ámbito universitario no solo refleja desafíos presupuestarios, sino que también simboliza una crisis más amplia de aprobación para el gobierno de Milei que busca nuevas fórmulas para consensuar políticas públicas viables. Mientras tanto, el ‘clamor’ dentro del peronismo por el liderazgo de Cristina pareciera revitalizarse frente a las incertidumbres económicas y sociales, sumando una capa adicional de complejidad al panorama actual. Ante este complicado escenario, la gestión de Milei deberá sortear una serie de obstáculos significativos que no solo pondrán a prueba su habilidad política, sino también su capacidad para mantener unida a su coalición en momento de creciente descontento ciudadano.