El reciente giro parlamentario que favoreció al Gobierno ha sido una suerte de baluarte simbólico que, al menos por ahora, ha alejado el oscuro presagio de un juicio político contra la administración actual. Sin embargo, esta victoria legislativa también ha dejado al descubierto las vulnerabilidades dentro de la coalición oficialista, especialmente a la hora de construir y solidificar mayorías en un Congreso cada vez más polarizado. Mientras tanto, el actual presidente sigue enfrentando una caída en su imagen, un fenómeno que no se detuvo ni siquiera después del anuncio del 3,5% de inflación en septiembre. Este dato, aunque mejor de lo esperado, no ha sido suficiente para disipar las preocupaciones sobre la economía nacional que afectan directamente a la valoración pública del mandatario.
En este ambiente político, figuras como Javier Milei sienten una renovada presión. Milei, conocido por su retórica incisiva y postura desafiante hacia el statu quo, se enfrenta a una encrucijada política: capitalizar este desgaste del oficialismo o buscar alianzas que le permitan una eventual proyección de poder. La alianza que se había perfilado entre La Libertad Avanza (LLA) y el PRO, dos fuerzas que a menudo se presentan como antagónicas al kirchnerismo dominante, ha adquirido nuevos matices en este contexto. Los “términos y condiciones” de dicha coalición, aunque aún no completamente revelados, podrían incluir compromisos que algunos ven como necesarios para unificar la oposición y crear un frente sólido de cara a futuras contiendas electorales.
Por otro lado, la figura de Cristina Fernández de Kirchner sigue teniendo un peso gravitante en los Justicialismos provinciales. Su influencia no solo persiste sino que, en algunas regiones, se ha visto potenciada al capitalizar descontentos locales y consolidar lealtades en las estructuras partidarias. La expresidenta, con su habilidad para navegar las complejidades del mapa político argentino, sigue siendo un factor que los actores tanto aliar como opositores deben considerar. En una Argentina donde la escena política cambia rápidamente, el simbolismo y las maniobras estratégicas pueden ser determinantes para el rumbo del país en los próximos meses.
