La voz del Papa Francisco se apaga: un crítico de las políticas de Donald Trump y Javier Milei

Abr 22, 2025 | politica

El Papa Francisco, figura indiscutible en el escenario mundial, ha sido un referente en la crítica a las políticas de exclusión y desigualdad que surgen de una economía centrada en el neoliberalismo. Durante su pontificado, ha manifestado un claro rechazo hacia las políticas que promueven líderes como Donald Trump en Estados Unidos y Javier Milei en Argentina. Sin embargo, recientemente, su voz ha comenzado a ser silenciada, lo que deja un vacío en el debate sobre el modelo económico que afecta a millones de personas en todo el mundo.

La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos fue un hito que marcó un cambio radical en la política internacional. Con su discurso de “América Primero”, Trump priorizó los intereses de su nación a costa de la cooperación global, afectando en gran medida a países en desarrollo. Durante su administración, la impunidad en el sometimiento de políticas migratorias cruentas y la desprotección de los más vulnerables se acentuaron. Por su parte, el modelo económico que impulsa Javier Milei en Argentina, caracterizado por la austeridad fiscal extrema y una visión de mercado poco regulada, plantea también desafíos serios a la justicia social y el bienestar de la población. El Papa Francisco ha sido una voz importante que ha abordado estas problemáticas, defendiendo a las personas más desfavorecidas y llamando a la solidaridad global y la cooperación entre naciones.

El líder de la Iglesia Católica ha denunciado en múltiples ocasiones la brecha creciente entre ricos y pobres, y ha exhortado a la comunidad internacional a crear políticas que prioricen el bienestar humano por encima del lucro. Sin embargo, estos llamados han chocado directamente con las ideologías de los líderes de derecha. Trump y Milei han abrazado políticas que fomentan la desindustrialización, desregulación y recortes en programas sociales, medidas que en muchas ocasiones favorecen a las elites en detrimento de la clase trabajadora y de los sectores vulnerables.

Francisco ha sido claro en señalar que este tipo de políticas no solo perjudican a la población en términos económicos, sino que además fracturan la cohesión social y profundizan la desigualdad. En su encíclica “Fratelli Tutti”, publicada en 2020, el Papa aborda la necesidad de amistad social y la importancia de cuidar al prójimo. Su mensaje ha sido especialmente relevante en un momento en que el individualismo y la competencia están a la orden del día, y se ve a los demás como rivales en lugar de como compañeros en este viaje que es la vida.

A medida que el discurso de la extrema derecha se vuelve más popular, las intervenciones del Papa Francisco se tornan incluso más necesarias. En repetidas ocasiones ha instado a los líderes a escuchar el clamor de los pobres y a tomar decisiones que estén alineadas con los principios de la dignidad humana y la justicia. Sin embargo, a pesar de la relevancia de sus palabras, enfrentó siempre una fuerte resistencia, no solo de los políticos afines a estas ideologías, sino incluso de sectores dentro de su propia Iglesia que consideran que su enfoque progresista desentona con lo que ellos consideran la moral tradicional.

La plataforma que Milei ha utilizado en Argentina está profundamente arraigada en un discurso económico que excluye las consideraciones humanas. En su búsqueda de un ajuste fiscal drástico, ha propuesto reducir el gasto público, lo que incluye recortes en educación, salud y asistencias sociales. Aunque muchos de sus seguidores celebran esta propuesta como un camino hacia la prosperidad económica, el impacto social podría ser devastador, dejando a miles de argentinos sin acceso a servicios esenciales. En este sentido, el peso de la voz crítica de Francisco se vuelve crucial, ya que promueve un enfoque alternativo, más humano y solidario ante la crisis que enfrentan diariamente muchas familias argentinas.

En el contexto de la política internacional y local, el silencio de una figura como el Papa Francisco se siente como una resignación ante la tiranía de un modelo que privilegia el dinero por sobre el ser humano. La comunidad internacional, que ha observado atentamente sus pronunciamientos, ahora está en un punto de inflexión. Su capacidad para inspirar cambios en políticas de inclusión parece estar en declive y es fundamental que otros líderes y ciudadanos continúen su legado, alzando la voz ante condiciones que perpetúan la desigualdad y la marginación.

La influencia del Papa se extiende más allá de la comunidad católica; su mensaje de paz, amor y justicia social resuena en corazones de diversas creencias y antecedentes. Sin embargo, su habilidad para influir en el cambio político y social se enfrenta a un campo cada vez más hostil. El avance de movimientos de extrema derecha que promueven la polarización social y la lucha de clases pone a prueba no solo su ministerio, sino también la capacidad de la humanidad para unirse en torno a principios éticos que trasciendan intereses partidarios.

Las implicancias de la ausencia del Papa Francisco en debates críticos como los que están en juego en los países que acaban de entrar en el camino de la polarización son significativas. Su voz ha sido atemperada por un mundo que parece priorizar tres objetivos: el lucro, la división y el desprecio por el otro. Este enfoque ha creado una atmósfera en la que se vuelve cada vez más urgente la necesidad de contrarrestar la deshumanización que proviene de la política de la exclusión. Sin un liderazgo moral que dirija el enfoque hacia la solidaridad y la justicia, el futuro parece sombrío.

El mundo necesita figuras como el Papa Francisco, que sean capaces de recordar lo que realmente importa: la dignidad de cada persona, la necesidad de construir un futuro sobre principios solidarios y la urgencia de enfrentar la crisis climática y social. Sin embargo, la realidad actual sugiere que esas voces se están viendo silenciadas por un sistema que permite que unos pocos abusen de su poder mientras millones sufren en silencio.

Por lo tanto, es esencial que la comunidad global y especialmente la sociedad argentina, donde el futuro inmediato se encuentra en un cruce crítico de caminos, mantenga viva la llama de las enseñanzas del Papa. Es necesario volcarse a la acción a nivel social y político e impulsar un modelo que priorice la justicia económica y social. De esta forma, podemos rendir homenaje a la verdad y la justicia que Francisco ha defendido incansablemente a lo largo de su vida. La lucha contra el avasallamiento de la dignidad humana sigue más vigente que nunca y es responsabilidad de cada uno de nosotros alzar la voz en favor de nuestros hermanos y hermanas afectados por políticas que promueven la desigualdad y el desprecio por los demás.

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